Quizás hayas escuchado hablar del término Smart Contract. O quizá no.
En cualquier caso, si de alguna forma estás relacionado con el sector legal es más que probable que en los próximos meses empieces a escuchar este término con mayor frecuencia.
Los Smart Contracts -tal y como hoy se conocen- están relacionados con la tecnología Blockchain. En esta entrada no vamos a adentrarnos en lo que es Blockchain. Para ello hay otros múltiples recursos si te interesa el tema (te animamos a explorar, porque su uso va en aumento en multitud de sectores). Baste decir que esa tecnología, explicado de forma simple, sirve para acreditar eventos, transacciones o cualquier otra cosa sin necesidad de un tercero que actúe como intermediario. Por ejemplo, podríamos enviar «dinero» de un particular a otro sin necesidad de un banco de por medio.
Pero ¿qué es un Smart Contract? ¿Qué relación tiene con el mundo legal?
Los smart contracts junto a la tecnología que los sustenta, el blockchain, son parte de las tendencias en transformación digital para los próximos meses. Se prevé que para 2020 sea generalizado su uso en las compañías con el objetivo de eliminar intermediarios, simplificando procesos y consiguiendo así ahorrar costes al consumidor.
¿Qué es un Smart Contract?
Los smart contracts son contratos ejecutables por sí mismos automáticamente sin necesidad de intermediarios entre las partes.
En definitiva, se trata de un código informático que, dadas las condiciones, ejecuta las obligaciones pactadas por las partes.
Es como trasladar un contrato escrito a un código informático que, a su vez, comprobaría que un evento se ha realizado y esto activaría el resultado. Así, una vez se verifica que se cumplen las pautas, el contrato se auto-ejecuta a través de la tecnología blockchain que asegura que los acuerdos sean públicos y se comprueben de forma independiente.
Veamos un ejemplo:
Supongamos que en un contrato de alquiler tenemos pactada una renta mensual de 500 euros que se ingresarán en la cuenta del arrendador los días 5 de cada mes. La forma tradicional deja a expensas del arrendatario el ingresar esa cantidad todos los meses. Si el contrato de arrendamiento se hubiera «desarrollado» como un Smart Contract, el propio contrato verificaría que es día 5, que el contrato sigue vigente, que hay fondos en la cuenta del inquilino y ordenaría una transferencia.
Por supuesto, este sencillo ejemplo conlleva muchos matices. No entremos a ello. Lo exponemos sólo para que se entienda el concepto.
Así, los contratos inteligentes pueden estar codificados para reflejar cualquier tipo de lógica empresarial basada en los datos, desde votar una publicación en un foro hasta acciones como garantías de préstamos.
¿Me afectan los Smart Contracts como abogado?
Para ser sinceros, probablemente en el momento actual NO. Aún falta mucho desarrollo y pulir bastantes flecos para que los Smart Contracts se generalicen como fórmula para «firmar» contratos.
No obstante, es importante conocer esta tendencia porque, si sigue su desarrollo, es probable que vaya a más. Como profesional es importante conocer soluciones para tus clientes. Alternativas que mejoran la seguridad de las transacciones y que evitarán, en muchos casos, retrasos e incumplimientos.
Somos conscientes de que con esta breve reflexión no hemos entrado en detalle de lo que es un Smart Contract, cómo se ejecuta, qué riesgos implica, etc. Sin embargo, el objeto de esta entrada es más bien explicar de forma muy simple el concepto para que la próxima vez que alguien te hable de Smart Contracts, sepas a qué se está refiriendo esa persona.
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